Resulta que una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Ésta huyó rápido, con pánico de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir. Huyó un día y la serpiente no desistió, dos días y nada... Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga se paró y dijo a la serpiente:
--Hasta aquí ¿Puedo hacerte tres preguntas?
--No acostumbro dar explicaciones a nadie, pero como te voy a devorar pregunta....
--¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
--No
--¿Te hice algún mal en alguna ocasión?
--No
--Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?
--Porque no soporto verte brillar.
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